La manipulación y vertido incorrecto de los residuos peligrosos puede liberar sustancias que resultan nocivas para la salud humana o el medio ambiente. Por ello la normativa sobre residuos establece la obligación de gestionarlos adecuadamente: identificación, segregación, almacenamiento correcto y entrega a una empresa autorizada para su gestión, como es Adalmo.
La Ley de Residuos dice que son peligrosos «aquellos que figuren en la lista de residuos peligrosos, aprobada en el Real Decreto 952/1997, así como los recipientes y envases que los hayan contenido. Los que hayan sido calificados como peligrosos por la normativa comunitaria y los que pueda aprobar el Gobierno de conformidad con lo establecido en la normativa europea o en convenios internacionales de los que España sea parte».
En todo caso, un material o producto desechado debe ser tratado como un residuo peligroso siempre que presente alguna de las siguientes características: explosivo, comburente, inflamable, irritante, nocivo, tóxico, carcinógeno, infeccioso, mutagénico o ecotóxico. Para saber si el producto que tenemos es peligroso o no, en la etiqueta o ficha de seguridad del mismo encontraremos los pictogramas correspondientes que nos aclararán las dudas.
Otro camino para determinar si un residuo es peligroso o no, es consultar la Lista Europea de Residuos (LER). Esta Lista, aprobada por la Orden MAM/304/2002, clasifica los diferentes tipos de residuos mediante códigos de 6 cifras (código LER). Si el residuo tiene asociado un asterisco (*) al lado del código, éste será considerado como peligroso, de lo contrario el residuo será no peligroso.
Algunos ejemplos de residuos peligrosos son la mayoría de los aceites, los disolventes, los absorbentes, las baterías de plomo, los aerosoles, pilas Ni-Cd o con mercurio, aparatos eléctricos, reactivos de laboratorio, restos de pintura, fluorescentes, revelador fotográfico, etc.
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