Los residuos orgánicos pueden convertirse en electricidad en Plantas de biogás, incluso domésticas que se utilizan con frecuencia en países subdesarrollados. En 2010 WWF apoyó la construcción de 7.500 de estas pequeñas plantas domésticas en Nepal ya que a través de la fermentación de los propios residuos orgánicos generados por las personas y animales de los hogares pueden conseguir obtener la energía suficiente para poder cocinar, iluminar y calentarse o propulsar generadores para producir electricidad. Este tipo de instalaciones es fácil encontrarlas en Ruanda, China, Botsuana, India, Bolivia… La importancia de esto no solo radica en el reaprovechamiento de los residuos, también en el ahorro de CO2 vertido a la atmósfera que produce el obtener la energía de otra manera.
Es una ventaja ya que resulta más económico que tener que trazar todo el recorrido necesario e instalaciones para transportar la energía. Por ejemplo, el estiércol que producen a diario 2 ó 3 vacas puede traducirse en la electricidad necesaria para cocinar durante 4 ó 5 horas, gracias al gas metano que ha creado.
En 2013, se supo que Oslo compraba basura para producir energía eléctrica y calorífica. Estos residuos orgánicos los importaba de Inglaterra e Irlanda debido a que los países nórdicos son los que menos residuos generan debido al sistema de reciclaje implantado en todos los hogares. El porcentaje de reciclado de éstos es muy elevado.
En Murcia la planta de biogás construida evitará la emisión de 10.000 toneladas de CO2 al año y producirá unos 3.000MW anuales de energía renovable. Esta planta se alimentará de residuos agroalimentarios y de los generados en las playas (medusas y algas).
En México DF también están trabajando en una planta para poder tratar los residuos orgánicos, especialmente los de los mercados, porque es muy fácil encontrarlo segmentados y así reciclarlos al máximo.